LATAM - Cañón del Sumidero y Chiapa de Corzo

Anoche al final no salí con la panda ni con Giacomo. De hecho, ni pudimos despedirnos. Me hubiese gustado regalarle a Sara el libro del castillo ambulante (hay que aligerar!) pues ni sabía que había libro y además conectamos hablando de festivales. Todavía estoy esperando que Iván me responda el último WhatsApp que le envié, y Jon, el sibarita, es el que se ha molestado en escribirme para preguntarme por el viaje. Las apariencias engañan, o no, cuando las miras detenidamente. Como anécdota han estado bien, pero la verdad es que es un grupo que viene cerrado, siendo cinco, no tienen necesidad de los solitarios que nos acoplamos a ellos jaja. 

En realidad lo que me da pena es no haber podido regalar el libro con algún tipo de sentido, pienso mientras hago la maleta.

Me recogen a las 8, me entretengo escribiendo sobre días anteriores y apenas me dejo 15 min para alistar lo que me falta. A estas alturas me sobran 2 min y 10kg. Desayuno y llamo a Endogamilia, responden Montse (siempre ahí), Carmen que está con su José querido, Vanesa que está trabajando y más tarde se une Isa con su ojo pocho. Tengo los sentimientos a flor de piel y comentarles las Navidades que se plantean con mi familia me hace romper a llorar. Las echo de menos.

Cuelgo a la prisa porque ha llegado mi transporte. La van va llena, Elvis se presenta como conductor y encargado de logística. En unas dos horas llegamos a un par de miradores desde donde ver el cañón, luego por lo visto tenemos un paseo en barca por el mismo, que finaliza en otro pueblito mágico. Me comenta que allí haremos el cambio de transporte para finalizar mi tour en Tuxtla Gutiérrez. 

Hacemos una parada para baños en un lugar muy modesto que tiene una iguana, una boa y un gatito. Me compro un pan de muerto para matar el gusanillo y en lo que espero que se reduzca la cola del baño. De los baños ya hablaremos. Seguimos la marcha.

Los miradores procuran la buena intención de mostrar la sinuosa silueta del cañón, pero la flora no permite ver apenas algunos pedazos, nada de esas fotos hechas con dron que uno encuentra en Google. Aún y así la peña se entretiene demasiado sacando fotos. En el segundo mirador thank god que había cincuenta vans y tropecientas personas, en el momento en que te arruinan la foto, ya no la quieres (perdón por la hostilidad, hay mucho turista idiota suelto). Todavía tardamos unos pocos minutos hasta el embarcadero, una vez allí encuentras un montón de vendedores de comida y bebida, de gorros y 'bloqueador solar' y los muchachos que te dan el chaleco salvavidas. Hay gente tan torpe en el agua que debería de llevar dos. 

Nos subimos a la barca, me siento delante, vamos con un tipo que navega y nos explica zonas y características del lugar: las presas de las cuales sacan energía, la escultura que representa a los miles de trabajadores empleados en la estructura y a su creador; algunas aves que vuelan por allí y que están emigrando de Canadá; hay varias cascadas como velo de novia (again) o el árbol de Navidad. Esta es increíble, tiene unas capas creadas por el paso del tiempo que le dan un aspecto único. No había caído antes pero ¿es casualidad que sea llamada de Navidad? Quizir las probabilidades eran pocas y ocurre el mismo día. 

Vemos una familia de monos araña y un cocodrilo de río. También hay zonas de muchísima suciedad concentrada (daba asquito) y algunas cuevas con estalagtitas y diversidad de color en la piedra. Es un paseo muy bonito. Eso sí, antes de empezar el paseo, de adentrarnos en el cañón y después de mostrarnos la presa, se para la barca al lado de otra que te vende papitas y micheladas. Mijo sacan negocio de debajo de las piedras jaja. Compramos casi todos. A la que la barca empieza a coger velocidad estoy segura que la mitad pensaron que no había sido buena idea. 

Todos viven de las propinas, así que el muchacho pasa su gorrita. Hay un señor a mi vera con la cara totalmente blanca de la crema solar siendo bastante oscuro de piel, está con su señora, tiene 20 pesos en la mano, 20 pesos que no es ni un euro como propina de dos personas. De verdad hay gente muy agarrada. Particularmente el 'guia' ha empleado un tono de voz tipo cántico, pero lento, que no me ha gustado mucho, pero todo lo que ha explicado se merece algo más que 20 pesos. 

Terminamos el paseito en barca llegando a Chiapa de Corzo, pueblo mágico. Es pequeño, en el muelle están los meseros de los restaurantes llamando tu atención para comer, algún vendedor ambulante, incluso un mercadito de varios puestos de souvenirs. Lo de los souvenirs es que es la mayor puta estafa del mundo colega. 

Me doy un paseo por el pueblo, solo tenemos 1h y hay que comer, encuentro el mercado local y decido comerme una milanesa ahí. Barata y rica. Me voy a la plaza principal y Elvis me comunica que mi carro está en camino. A Tuxla solo hay 30 minutos, son las 17h30 de la tarde, hasta las 22h40 que es el bus todavía quedan unas cuantas horas. Miro qué hacer en Tuxla, no hay mucho por ver, la estación está bastante apartada. Podría dejar la mochila e irme a un parque de ahí cerca pero parece privado, hay hoteles. No tengo muy claro que hacer. Llego a la estación y hay lockers, pero además tengo una sala vip por tener un billete de ADOgl, una sala con vigilante y zona de carga. 

Decido quedarme leyendo, entro y salgo a fumar, me tomo un café, más tarde me como un snack de la estación y hago tiempo. También necesito un poco de calma aunque sea retorciéndome en la silla porque no soy capaz de sentarme como una adulta normal.

El bus llega un poco tarde, pero en él viene Giacomo. Como se enfermó en San Cristóbal atrasó sus planes, y se las ha ingeniado para ir en el mismo bus. Nos saludamos con un abrazo, espero ir sola en el asiento, pero en seguida se sienta un hombre. ¿Qué le pasa a esta gente que compra billetes cuando todavía quedan asientos vacíos y escoge sentarse con alguien? Joder, encima me meo mucho y me cuesta molestar. Más tarde veré que había asientos libres, en efecto, y que podría haberme cambiado yo. Consigo dormir pero hace muchísimo frío por el aire acondicionado, me pongo la braga hasta los ojos a parte de pedirle al conductor que por favor nos dé calor. 

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