LATAM - Monte Albán, Arrazola y San Bartolo Coyotepec

Sigo recordando momentos de anoche. "Lo mejor fue el pozole" me dice Giacomo y casi me hace escupir el agua que estaba bebiendo. Recuerdo al amigo pelón del de California fue súper agradable, recuerdo una conversación en la que le dejé entrever la persona que veía en él y me agradeció ese comentario. Se ve que aquí, bueno un poco como en todas partes, se sienten un tanto señalados a la mínima de cambio, tengan intención de ligar o no. No lo escudo, aunque también considero la actitud de Daniela toda la noche con unos y con otros. Más tarde me enteraré que acabó yéndose con Daniel, quién la dejó en su casa sin que pasara nada y definió el asunto como 'un dolor de huevos'. Si como especie no nos salvamos ¿qué nos hace pensar que lo hagamos en género? 

Me duele la cabeza. Miro a Giacomo y reímos. Sigo sintiendo vergüenza por quedarme dormida pero haber sido previsora al tenerlo todo listo para marchar. Necesito desayunar, Giacomo también. ''Che forte che sei'', ''che figo''. Son las frases por excelencia que Giacomo me regala. Me alegra haber compartido esta experiencia juntos. Bebo agua pero no es suficiente. Mierda me he dejado el ibuprofeno. Encima para llegar al sitio arqueológico de Monte Albán hay que caminar como 40 min. Veremos qué tal la cruda. 

El guía se llama Moisés, es un señor de 61 años muy divertido. Lleva buen ritmo en la caminata de subida a la entrada, a pesar de que al pararse se asxifie un poco. Nos va contando detalles de plantas y de la zona por el camino, Moisés cariño, dame un momentito que se me pase la cruda para escucharte y no te pares por favor. Una vez arriba por fin podemos comprar algo para comer y compartimos un bocata (¡pan!) de huevo revuelto y jamón que nos sienta de puta gloria. También compramos un agua de suero de sabor naranja muy típicas en el país. 

Ahora sí Moisés, ya soy persona.

Monte Albán es precioso. Es toda una ciudad en ruinas. A pesar de que presto atención no retengo información apenas, solo algunos detalles como la corbatura que nos muestra el guía bajando los escalones, por eso tan altos, para obligar en cierta manera al que los baja a hacer reverencias. Haré los deberes y contaré un poco más en otra ocasión.

Nos deja una hora libre para explorar (aquí se nota que es mayor y que se está ahorrando el esfuerzo de bajar al área principal). Giacomo y yo paseamos y subimos al edificio más alto, arriba contemplamos el panorama. Que esté en lo alto de un cerro lo hace un lugar muy especial. Estamos pensando en otro panecillo como el de antes. Vamos hacia la salida para visitar el museo, no quedan panes (fuck), en el museo hay restos óseos, piedras grabadas restos de vasijas y de esculturas. Es interesante.

Recorremos el sendero que hemos hecho de subida pero ya de bajada. Casi no queda resaca latente, tenemos hambre. El paseo sienta igual de bien de subida que de bajada, aunque sufro un par de veces por algún resbalón ajeno, incluyendo uno de Moisés al que seguiré vigilando con el rabillo del ojo como si fuera mi propio abuelo. Germán, el conductor, nos espera abajo. De camino al transporte me encuentro con el guía que vi en Tulum con otro grupo, le paro y se lo digo, se llama David; empieza ahora tours de CDMX a Cancún y está refrescando información. Me da su tarjeta. Con lo grande que es México y no paro de encontrarme a 'conocidos'. Cierto es que una de las ideas que me han pasado por la cabeza es la de llegar a un lugar y reencontrarme por casualidad con algún pasajero. Eso no ha pasado (todavía), la pregunta es quién reconocería a quién, porque a mi me quieren sonar todas las caras. Y con tantos millones eso ya es más complejo.

El siguiente punto es una fábrica de alebrijes: esculturas talladas en madera con machete y pintadas a mano por las mujeres. Hay muchísimos tipos, de todas las formas y colores (demasiado coloridos para mi gusto), también de todos los tamaños, todo tipo de animales y de souvenires. Es bastante caro, decido no comprar nada e ir a soltar un mojón al baño. Llevo unos días bastante gaseados, no huelo bien, ya estaba tardando.

De ahí vamos a un buffet que tiene absolutamente de todo tipo de carnes en salsas, moles picantes y comunes, ensaladas de patata o de pasta, caldos, frijoles, tortillas, pollo de muchas formas y sabores, y postres. 200 pesos y la bebida a parte. Pedimos coca cola, pa la cruda, y nos ponemos las botas. Mis platos preferidos son los de cuchara, rico Pozole, rica sopa de verduras. Algo de pollo en mole almendrado y guarnición de verdura. Ya estoy llena así que como fruta de postre y algún dulce. Giacomo se pone las botas.

De regreso nos llevan a San Bartolo, no me esperaba la visita a un antiguo monasterio que me gusta bastante, aunque se paga la entrada a parte que no te comentan con antelación. Es un día en el que oigo explicaciones pero no retengo del todo. El lugar es agradable y estamos solos. De ahí nos vamos a una fábrica que trabaja el barro marrón, nos muestran la técnica, me asusto por un pajarito que decide posarse y huir desde mi pierna. Tal vez aquí sí que compre algo, y termino comprando un pequeño imán, no hay nada que me convenza del todo. La técnica es curiosa.

Ya vamos de vuelta a Oaxaca, no llegaremos tarde. Una vez allí Giacomo va a hacer cambio de hotel a mi hostal y yo a por unas compras del mercado de artesanos. Compro unos stickers, lo siento amiguitos no tengo espacio para cosas más grandes, de camino.veo un taller gráfico de estudiantes, tienen diseños guapísimos, así que compro unas cuantas tonterías pequeñas, pensando un poco en este y aquel, y me gasto un pico pero me compensa. 

Llego al hotel, cago de una vez (vuelvo a estar sola y lo agradezco), me ducho y alisto la mochila para seguir teniéndolo todo en orden y no desperdigado. Hago tiempo en lo que Giacomo termina sus que hacer es y hoy sí, vamos a cenar en el sitio del Pozole y los tacos. Y menudo acierto, está todo riquísimo y nos sale baratísimo. Queríamos ir de bares, pero en el fondo estamos cansados, decidimos tomarnos algo en la terraza del hostal. No hay ambiente, allí está Dani que dice que la mayoría se han ido a descansar, poca chicha hoy, y eso que es sábado. Nos tomamos un cocktail bastante rico llamado Viajero, nos fumamos un porro en lo que les enseño a jugar a un par de juegos de cartas. Giacomo es como Palomo, nefasto, se siente inútil con el juego y quiere abandonar. Le doy la clemencia que me pide, y termino de jugar con Dani. Terminada la partida nos vamos a descansar.

Escribo delirios en Cruda y Mota. 

PD. Los gráficos que muestran las visitas, incluyen las mías. Al final el interés se reduce a unos pocos o casi ninguno. No pasa nada, ya haré el documento gráfico y ese os obligaré a verlo, mamones. Un disociadasargentina pero en documental, esa es mi idea.


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