LATAM - San Cristóbal de las Casas

A las 8 pasan por mi para ir a ver pueblos indígenas. Me despierto como a las 5 y pico, tengo dos días pendientes para escribir, me ducho, desayuno (no es gran cosa pero lo tengo incluido) y me llevo lo necesario para la excursión. 

Viene un conductor y un guía, una pareja gay de Ciudad de México que están aquí por un congreso de Ecoturismo y dos chicas italianas de Ancona. El primer pueblo que visitamos es Zinacatán. Allí nos dejan en un telar de cintura, típico de la región, nos dan a probar el posh, "que te deja posheído" bebida destilada de maíz y caña de azúcar, aunque ya hay de varios sabores, y nos dan a desayunar unos tacos con tortillas hechas a mano y un café muy rico en lo que vemos a las mujeres del lugar amamantar a niños y su forma de vivir. No quiero comprar nada, no traigo apenas efectivo, veo una riñonera que me tienta, pienso que será cara y paso; hasta que veo un collar bordado precioso para Django. Al final compro las dos cosas, del mismo color, vamos a juego. No es tan caro 535 pesos con el 5% por pagar con tarjeta. De ahí visitamos una iglesia y vamos al siguiente pueblo,  San Juan de Chamula.

Éste tiene más vida, hay mucha gente en las calles y van sonando petardos de celebración que nos asustan. Vamos a la iglesia principal, la de los rituales, y es impactante lo que te encuentras en el interior. La gente reza como si no hubiera un mañana, como si bastara eso para solucionar todos los males, vemos gallinas ya sacrificadas y otras por sacrificar. Debería fascinanrme pero me horroriza. No me acostumbro a la fe ciega, no va conmigo. 

Aprendo muchas cosas de estos pueblos, auténticos indigenas, tradiciones muy marcadas. Ya más adelante refrescaré la información para guardarla en mi memoria. No tengo apenas tiempo de escribir y todavía estoy en shock por algunas cosas. Regresamos a San Cristóbal de las Casas como a las 13h30, nos lleva a una sala donde hay fotos originales del movimiento Zapatista. El pueblo que se levanta en armas es el pueblo que me representa. Tengo que aprender a ser más revolucionaria con acciones y no tanto de palabra. Nos da algunos tips para comer y para visitar, y nosotros nuestros tips por su visita. No tengo efectivo, los 20 dólares (400 y pico pesos) para él y el conductor le han venido de puta madre. Los de CDMX no compran nada, no hablan, son rancios y tacaños. Las italianas si gastan dinero en unas fundas de cojines y dejan algo más de propina. Nos despedimos.

Tengo hambre, pero antes debo cambiar dinero. Muy a mi pesar solo hay dos casas de cambio y lo tienen a 20 pesos. Cambio solo 100 euros, 2000 pesos. Tengo que administrar. Voy dando un paseo por el centro para buscar dónde comer, obviando los lugares que nos ha recomendado el guía ya que no me apetece ir con Google. Me escribe Iván, han desayunado fuerte así que van a visitar un par de mercados y a las 16h tienen un free tour. Me apunto a ese plan en lo que me como un rico Pozole de champiñones y nopal (cactus) y una gordita de pollo y queso (230 pesos con cerveza). Escribo algunas cosas pendientes, me tomo un café (30 pesos) en otro lugar en el que puedo fumar en la terraza. De camino al punto de encuentro del free tour me encuentro a la panda, con Giacomo, bebiendo al lado del lugar del pozole. Me siento con ellos y charlamos. 

El free tour es muy completo en información. Creo que Ramón es el guía más preparado con el que he estado desde mi llegada, aunque comparto con Jon que nos han faltado más calles o lugares que ver en el tour, es bastante completo: cruzamos las plazas principales, vamos al interior de una iglesia después de cruzar un mercado de artesanía (Ramón es muy sincero en la forma en que podemos descifrar si algo es original o 'chino'). Vamos a un mercado de comida en el que probamos gusanos, aguacate, semilla de calabaza, y otras cosas de las que no recuerdo el nombre. El mercado es bastante particular. Si compras por pieza, el producto es local, si compras al peso es exportado. Pasamos por el museo del café, por una casa-hotel original del siglo XVI, volvemos a la plaza principal y nos invita a un posh de despedida. Ramón te has ganado tu propina amigo (150 pesos por cabeza, tendría que haberle dado los 20 dólares a él). 

Los españoles se paran en tiendas, yo decido ir al hotel a dejar cosas y ducharme, nos encontraremos para la cena. Giacomo y yo tenemos los hoteles cerca, vamos juntos para el reencuentro. Trabaja con aceite de oliva así que le digo que tiene que venir a Jaén si o si. Vamos al bar La Revolución, supuestamente había clases de salsa a partir de las 20h, pero ni hay espacio ni ná, eso sí, hay mucho ambiente. Hablo con unos españoles muy guapos de otra mesa, de Zaragoza, uno vive aquí. Van hacia Yucatan. Soy la única que va en dirección contraria pero gracias a eso estoy huyendo del huracán y no camino a su encuentro, o lo que haya dejado a su paso. Tomamos una cerveza y nos vamos a la plaza de la catedral a cenar en un puesto callejero. Giacomo y yo compartimos una quesadilla tamaño XXL, está muy buena a pesar de que está fría. Queremos ir al Latinos bar donde si que hay salsa, pero está cerrado. No encontramos bar de ambiente así que decidimos dejarlo para el día siguiente. Giacomo no estará, se va para Oaxaca, nos ponemos de acuerdo para encontrarnos allí. Nos despedimos. Me apetecía bailar y emborracharme un poco, para otro día.


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