LATAM - Puebla
En la terminal la luna se deja ver y me regala unas tomas preciosas. Gracias por consentirme esta noche que no te voy a ver pero en la que te buscaré cada minuto desde la ventana.
A las 20h30 sale el bus y llego a Puebla a las 5h30. Ponen una peli que me ha gustado sobre dos familias de distinta categoría socio-económica. Leo 'Un Mundo Feliz' y luego intento dormir. Los buses nocturnos molan, pero cada dos por tres hay paradas migratorias o de chequeo de reservas, y te despiertan por una cosa u otra. Además de los miembros que se quedan dormidos con malas posturas y el hormigueo te obliga a cambiar de lado. Finalmente llego a Puebla y con la hora que es, no me arriesgo, y pillo un taxi en el mostrador que reza 'taxi seguro'. Seguro que no es la opción más barata.
Llego al hostal Casa Pepe, espero que me abran a estas horas. Lo hacen ¡yuju! Me atiende un tipo muy amable que chequea mi reserva y como todavía no es hora del check in me invita a subir a la parte de arriba donde hay unos sofás. Agradezco poder tumbarme. Me entretengo con el móvil, no creo que me duerma, pienso, hasta que finalmente caigo derrotada una hora después y duermo hasta la hora del desayuno. Me aseo en el baño público, preparo lo imprescindible, y dejo mis mochilas en recepción. Desayuno en el bar de Casa Pepe un menú por 150 pesos. Y hago tiempo hasta la hora en que comienza el free tour por Puebla que hacen desde el hostal.
En la actividad conozco a dos españoles, también catalanes, de los cuales sabía el nombre pero lo he olvidado. Están haciendo un viajazo de un año, son majos, intercambiamos opiniones y recomendaciones. El tour nos lleva por distintas partes de la ciudad, una ciudad con 365 iglesias, una para cada día del año. La plaza de los artistas, la catedral y el zócalo, y recomendaciones culinarias. Pruebo el Chile en Nogado que está sorprendentemente rico, uno de los ingredientes es la fruta granada y me recuerda a mi hogar. Al finalizar el tour los españoles me buscan para comer, pero tenemos distintas preferencias, ya no los veré más. En ese entretiempo me aborda otro muchacho aspecto indio pero que vivie en Estados Unidos, le apetece compañia, pero me safo de ese compromiso, quiero ir a la mia. Comiendo conozco en la mesa de al lado a tres chicos, uno es de Nueva Zelanda, el otro Irlandés medio Argentino y la otra Italiana. Les recomiendo Puerto Escondido y el Huitzlin (días más tarde veré al de Nueva Zelanda allí pero por apuros del momento no le saludaré a tiempo). Paseo por el casco antiguo y a la hora del check in me acerco al hotel a instalar mis pertenencias en la habitación. Es un hostal muy bonito y cómodo, me recuerda al Viajero de Oaxaca el tipo de camas. Son prácticas. Habitación de sólo mujeres y con baño, sanitario separado de ducha. Es momento de hacer lavandería así que separo la ropa y encuentro una apenas a 5 min del hostal. Esa tarde llueve así que no me desespera el plan.
Desde que me fui de Puerto hablo mucho con Jesús. Nos quedamos con ganas de algo más de tiempo. Evalúo autobuses, horarios, me organizo. "¿Quieres que vaya? - No quiero que sea una molestia. - No lo es. - Vente vente vente. No se hable más." He reservado autobús nocturno para el 23 en la noche y llegar el 24 a primera hora, y volverme el 26 a última de la tarde para llegar el domingo a primera hora. Justo para mi avión. Estoy contenta.
Después de escribir un poco, escuchar música, terminar de lavar, secar y doblar la ropa, me ducho y salgo al encuentro de la actividad de esa tarde, tengo entendido que hay clases de salsa en el barcito del hostel. Llego y el mismo del free tour de por la mañana me recibe con un 'justo a tiempo' pues eran parejas impares y me invita abiertamente a unirme a ellos. Me toca con un muchacho, también con aspecto indio, resulta que no es salsa que es cumbia. Empezamos con los pasos básicos, 1,2,3, 1,2,3. El indio se pierde un poco, no se relaja, nos quedamos estancados en el paso básico pero nos reímos. Tampoco yo soy la mejor para bailar en pareja. Vamos rotando, mierda, me he perdido los pasos siguientes y estoy un poco torpe con las siguientes parejas. Déjate llevar Lorena, déjate llevar. Lo intentamos, reímos, seguimos aprendiendo series. Cambiamos a bachata, me siento más segura en este terreno, el profe me elige como compañera y todo se vuelve mucho más sencillo. ¡Qué divertido! En mi cabeza pasa una y otra vez que tengo que volver a bailar en mi rutina, que contemple la idea de apuntarme a bailes latinos. Con el profe me resulta sencillisima la bachata, volvemos a la cumbia y, aunque hay algun giro en el que se me atraviesan los pasos, conseguimos un ritmo y armonía. Puedo considerarme aprobada en la cumbia también.
En lo que vamos bailando ya por libre y refrescando lo aprendido, el profe hace alusión a un tipo mayor que anda por ahí jodiendo, le llama "el abuelo". El señor viene al poco a preguntarme el nombre y l nacionalidad y enseguida empezamos a charlar. Cuando le digo que soy española me dice que somos muy abiertos, mencionando a personas de allá que pasaron por el hostel alguna vez y de las que conserva buenos recuerdos. Me cae bien el tipo y lamento no haber asistido a la música en vivo que tocaban previa a las clases, él es miembro del grupo. En seguida nos vemos envueltos en conversaciones más profundas sobre la vida, sobre el amor, sobre los hijos. Me cuenta que tiene dos, y ya con un poco más de intimidad me acaba contando que él es de Ciudad de México, allí manejaba locales nocturnos y que un día le dispararon en la puerta de su casa, enfrente de ellos. Esa fue la razón por la que se mudó a Puebla, donde reside su exmujer y comienza una nueva vida. Un trauma considerable por el cual se emociona, dice que hace tiempo que no hablaba de esto con nadie y me siento halagada. También triste. La conexión es muy bonita, luego de eso empezamos a hablar de ideas de negocios en las que colaboro con alguna de las mías que le resultan curiosas. Charlamos hasta que el bar cierra. "Te conocí para quererte siempre" me dice al despedirse en lo que me regala un anillo como recuerdo. Qué gran persona el abuelo.
Me duermo con el corazón calentito y latiendo con fuerza.
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