Autobiografía - Remediar (me) II

La libertad me permitió tomar mis propias decisiones y acabé siendo más madura de lo que es posible a mi edad. No es más que otra etiqueta que me he ido creyendo (sin quitarme mis méritos). Alimenté esa etiqueta en cuestiones personales con las numerosas relaciones sociales que establecí a pie de calle. Lanzarote es una isla de apenas 180km donde es muy fácil conocer y hacerte conocer, con lo bueno y con lo malo. Además es multicultural, lo que aborda la mente a base de tolerancia y respeto hacia las personas, más que de racismo hacia sus culturas.
La escuela de la calle es esa experiencia que se pide en el Currículum Vitae. Junto con las dotes comunicativas que he sido capaz de ir desarrollando, me han llevado a conseguir alimentar mi etiqueta en el ámbito profesional. Eso, y los constantes mensajes de 'crecimiento y realización' que mi padre a día de hoy, nos sigue mandando como extensión de la versión que no pudo hacer de sí mismo. El caso es que con diez añitos me veías llamando a las puertas de las casas para pasear perros, cuidar niños o lavar coches. Así me compré mi primera cámara ('si quieres dinero, trabaja'). Con quince ya tenía contrato de trabajo consentido por mi madre y entré en el mundo de la hostelería como heladera, luego camarera, o relaciones públicas, además del negocio que abrió mi madre después de separarse, en el que trabajaba por las tardes. Con dieciocho recién independizada, sin trabajo por mi primera vez y la última que recuerdo que me mantuvieran, conseguí prolongar un trabajo de comercial de ventas de dos días, a un mes (sacando las castañas del fuego). A los diecinueve mi tío finalmente me ofreció trabajar para él en el negocio que había sido de mis padres hasta que vendieron sus acciones. Estuve dos años en los que demostré con creces lo bien que se me daba el trabajo de cara al público y la facilidad de mecanizar ciertas funciones. Pero incluso tratándose de familia, se me caparon ideas y tuve bastantes problemas por mi 'carácter' y mi 'tozudez'. En vez de ver su tozudez como depravación o mal comportamiento, debemos verlo como coraje. Finalmente fue ese trabajo sumergido en el mundo de los guías y el turismo, el que me llevó al que ha sido (de momento) el mejor trabajo y el mayor sentido de vocación que me ha arropado nunca: ser Guía Acompañante por Europa. Las habilidades que mi libertad había ido construyendo, se demostraron una vez más cumpliendo con la labor y no de cualquier manera. Lo que, de costumbre, también atrajo sus problemas con los más expertos. 
Si hablamos de la escuela de verdad, los últimos cursos de primaria fui una abusona, pero poco le duró a mi conciencia tan capaz de percibir las consecuencias que causaba, así que me convertí en 'defensora del pueblo'. La guerra comenzó en la ESO. Mi primer año fue en un colegio privado de pijos en el que no pegaba ni con cola. Y a partir de segundo de la ESO, con los que eran mis colegas del pueblo y municipios cercanos. Era buena estudiante, muy lista, pero con muchos pájaros en la cabeza los niños necesitan buenos ejemplos que ayuden a discernir entre pensamiento y emoción: pensar en los sentimientos y sentir los pensamientos. Mis padres no han sido de preguntar por deberes y hacer tareas con nosotras. Han sido de exigir resultados y que tu solita los alcances, creyendo que no hacían falta. Recuerdo que admiraba la implicación de mi hermana en sus estudios, siempre alabé su inteligencia, siempre ha sido muy resuelta. Yo aprobaba memorizando, comprendiendo para vomitar en un papel y sin retener prácticamente nada (entendiendo que es algo que forma parte de la educación en general), sin embargo sí que solicitaba un poco ese interés en el día a día más que en el resultado. Supongo que no me hacía falta pero era mi gancho para llamar la atención. Acabé fumando porros a escondidas, escapándome, metiéndome en alguna pelea, pero eso sí, siendo siempre de las primeras de clase. Los cinco meses más felices de mi vida fueron estudiando azafata de vuelo, me entusiasmaba todo lo que aprendía.  Cuando empecé como guía quise englobar más información de golpe de la que estaba capacitada. Luego me saqué el FP de Guía, que me dio una base pero poco estable. Hoy me siento una ilustre ignorante que ha sabido universalizar muchas realidades, y que de algún modo camina en la senda correcta, pero que ha perdido mucha información por el camino por estar a otras cosas.
Esas otras cosas fundamentalmente han sido las amistades y el amor (además de la adicción a la única droga que me ha ido consumiendo más a mi de lo que yo a ella, el fumar). 
Al separarse mi madre ella recuperó su adolescencia y yo di tres pasos de golpe. Hacía con quince lo que otros han hecho con dieciocho. Tuve mejores amigos excepcionales que aún conservo, pero denotaba una carencia notable con mi amistad con las mujeres. Con mis mejores amigas había algo que salía mal. Hoy, intento visualizar cuál fue mi parte del error, si se debía a mi persona que se generaran ciertas reacciones, pero hay cosas que no recuerdo (o no quiero recordar). Eso ha ido evolucionando en una relación más íntima con hombres que con mujeres, confundiendo más de una vez la barrera sexual de la intimidad. Me ha llegado a ocurrir incluso con alguna mujer. Además, todavía me siento extraña con otras mujeres en cuanto a alcanzar cierta intimidad. He estado tiempo pensando que hay mujeres que nada tienen que ver conmigo, pero he conocido muchas otras que sí. Estoy aprendiendo de ello. 
En cuanto a relaciones de pareja, he tenido una lista bastante completa, no de rollos de una noche, pero sí esporádicos, amores de verano y parejas más serias. De todas he evolucionado racionalizando mis sentimientos al llegar a adultos usan el pensamiento para evitar sentimientos dolorosos, con todas he respetado muchos de mis límites de dignidad, pero sigo pecando. Busco amor donde no hay para mi y me dejo mermar. Mi autoestima es muy débil en este aspecto. 


Resumiendo, la libertad ha dado frutos para una madurez temprana pero ha deteriorado los conceptos de esa madurez que, cada vez, veo más nítidos (aunque sigan siendo infinitos). Centré mi fuerza en sobrevivir a la popularidad que bañaba al rebaño y que yo detestaba. Al abuso psíquico que se vive en los institutos, sin el respaldo de mi hermana, de mi padre, y el de mi madre a medias. Focalicé la fuerza en mis habilidades para ganarme la vida, ganar dinero e independizarme, conseguir amar cada cosa que hacía en mi trabajo permitiéndome el lujo, con diecinueve años, de vivir con mi pareja y nuestras mascotas, viajando y haciendo actividades continuamente. Lamenté terriblemente el dolor del primer amor de verdad, con la suerte de que trabajando de guía conseguía salir de mi propia realidad, pero encontrándome con ella cada vez que volvía a casa. Me hice polvo pasando por todas las fases de la ruptura: victimismo, negación, aceptación, perdón y sanación. Comprendí mi parte, comprendí la suya y nos perdoné a los dos. Fui haciendo nuevos amigos en Granada, pero me aferraba a mi tipo de vida como guía, más fuera que dentro, que me permitían intimar, pero nunca del todo. Cero dependencia. Hasta que, el 2020 llegó para frenar lo único que me estaba dando vida (y dinero, que me permitía lo demás), al punto en el que conocí a la segunda persona de la que me iba a enamorar habiendo madurado todo lo que aprendí de la primera. Tanto, que nos ''destrozamos'' abriendo heridas que nuestros niños interiores ansiaban compartir. Mi autoestima decayó, pero yo no lo estaba viendo, me seguía aferrando a personas, trabajos, situaciones, drogas... todo lo que comparaba con ese otro niño herido del que dependía mi niña herida. Sin embargo nada de esto conseguía evadir mi mente de 'las cosas que no son importantes' de las que 'sí lo son'. Entrando en bucle, entrando hacia dentro, cada vez más y más. Conseguí evadirme un par de meses con un curro en el extranjero. Conocí personas maravillosas que me recordaron mucho de lo que hay aquí dentro, en mí, deseando salir. Alimentaron la curiosidad que voy recuperando de la actualidad y del mundo que me rodea, saliendo de mi propia mente. Puedes vivir muchas experiencias en físico, pero si tu cabeza no se expande tampoco lo hará tu alma. 

Estoy buscando el equilibrio, siempre supe y defendí que existía una balanza. Hay actitudes ajenas que todavía no sé cómo perdonar, tampoco las propias. Estoy en busca de mi disciplina y mis hobbies. Así como el aprovechamiento de mis cualidades para lo profesional. Voy con cautela en mis relaciones sociales, manteniendo las fuertes y tajando las que no. Estoy de luto con el amor hasta que no sepa amarme a mi misma. Sigo combatiendo con ese otro yo 'sabelotodo' que un día tuvo que salir a comerse el mundo al que de golpe el mundo engulló. Le estoy dando el equilibrio a mi propia mente entre lo que interioriza y personifica, a veces divagando en lo espiritual, con el orden natural de las cosas. 

"Crecer no es el problema, el problema es olvidar."
Jeff Bridges

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