LATAM - Idilio romántico en Puerto Escondido

De todos los autobuses en los que he ido, este es en el que más me cuesta dormir. ¿Serán los nervios? Ni modo. Duermo a intervalos hasta que por fin se hace de día, casi las ocho, casi llegamos. Le aviso a la que tengo cobertura y espero en la estación. Sí, estoy nerviosa. Aparece con la moto, va descalzo, me encanta lo salvaje que es y se lo digo. La aparca con intención de abrazarme. Que ganas tengo de comerte. Me subo a la moto intentando no parecer torpe, sin casco, con demasiada ropa para el calor y la humedad que hace (por fin). A ésto venía, al calor, a sudar. A verte.

Llegamos al arbnb todavía algo cortados ¡estoy aquí! ¿me crees ahora? Sonreímos tontamente y hablo para no parecer nerviosa. Le robo un beso que rompa el hielo, de esos que se dan despacio pero con mucha pasión. Queremos ir a desayunar y a la playa, todavía me da verguenza así que me cambio en el baño que tiene respecto a la habitación, la misma intimidad que dejaremos de tener en un rato. Vamos a una cafetería por allí cerca a pie, la vida de Puerto es movida en La Punta. Me alegra conocer este rincón, ver las idas y venidas de turistas de todas partes del mundo con pinta de surferos. Recuerdo que alguien me dijo "se nota en seguida a quién le sienta bien la vida en el mar con la salitre y a quién no. Luego están esos otros a los que parece que no se les enreda ni el pelo, y la piel les luce mejor que nunca." Estoy de acuerdo. Pedimos un bol con yogur, frutas y pepitas de chocolate, para él demasiadas, para mi más o menos, sobre todo si pienso en el momento en el que mi pierna doble la suya. No me quiero sentir incómoda por eso, no me deja sentirme incómoda por ello. 

Vamos a la playa, las olas son grandecitas. Nos bañamos y jugamos con ellas, hasta que para mi el juego es suficiente (realmente son olas que en el agua se te hacen grandes de más). Me recreo viéndolo. Hablamos ya ni recuerdo de qué, de nosotros, de la vida en Puerto, de nuestros sueños.

Volvemos al arbnb para ducharnos y todavía mojada, empieza a comerme como si supiera dónde está todo de antemano, sin perderse, con demasiada destreza. Ay, señor, con el yogurín. Lo hace realmente bien, me excita de sobra y culmina con los dedos hasta que exploto de placer. Quiero montarte con tantas ganas que hasta tienes que calmarme. Qué rico cuando lo haces con alguien por primera vez y parece que vuestros cuerpos se conozcan de antes. Nos tumbamos a divagar, a hablar de lo sucedido, se ríe de mi impaciencia, me averguenzo de forma sana, ¡te vas a enterar! me lo como despacio, como pide, y acabamos por repetir por segunda vez. Me alegra haber venido, podría haber sido catastrófico y para mi sorpresa todo lo contrario. A la hora de la verdad poco importa la diferencia física.

Vamos en moto al Cafecito cerca de la playa Carrizalillo. Sonreímos como dos tontos y entre temas de conversación le suelo decir "qué hermoxo" con voz aguda de anormal. Me gusta este pive, como me hace sentir y lo que me transmite. Bajamos a la playa para remojarnos, al menos yo, y tumbarnos un rato. Tiene gracia porque me dice "no creo que me duerma" y a los dos minutos le saco una foto abrazando a Morfeo. Me hago un hueco a su lado y los abrazo a los dos. Estamos así por lo menos una hora. De ahí, con el sol ya bajando, decidimos ir al hostel antes de pasar por el arbnb y saludar a la peña. 

Andrés, Lia, Rita, Morena, están todos, aunque los guests han cambiado. Estos al menos hablan o hacen por hablar español. Hay un australiano, Ovi, que es divertidísimo. Al final entre pitos y flautas (y porros) alargamos y empalmamos con la noche, no sin antes bajar a ver el atardecer a la playa. Hoy toca ir a un bar con varios billares, voy borracha, Ovi y compañía nos han estado invitando a quintos (el formato perfecto), que fui a la tienda a reponer (obvio) y en el billar no doy ni una. Me río por no llorar de lo clumsy que estoy, de que sea la última noche de Lea que se va a San José del Pacífico y no coincidiremos más. Voy borracha hasta el punto de haber ido descalza al local. Me divierto en mis delirios y en algún punto de la noche nos recogemos. Lo hacemos con música, muy pasionalmente, dormimos como reyes.

Al amanecer me lo como un poquito y despertamos tal como nos acostamos, ahora conscientes, al menos más que anoche. Rápido y sabroso, al toque. Nos duchamos y cambiamos de arbnb, a cada cual mejor, él se va al gym y yo a la playa, donde ayer. Me entretengo tomando sol y recuperando el moreno, viendo a los surfistas, a los perros que por allí deambulan, corretean y juegan. Escucho las canciones que Jesús me ha descubierto y me recreo en ellas. Espero a que me escriba tras el gym y hablar con su madre, y en un tiempo prudente de espera regreso, está malito, algo le ha sentado mal. Le doy mimos y esperamos a que se sienta mejor, decidimos ir a una playa donde hacen liberación de tortugas. La Playa Bacocho está al final de Puerto, algo alejada, y es preciosa. Amplia, de arena blanca y ancha. Hay poca gente y olas, dan ganas de bañarse, pero nos refugiamos a la sombra cerca del refugio y no se dá. Preguntamos a la muchacha sobre la actividad y nos dice que no ha habido nacimiento de tortugas (lástima) nos quedamos sin liberación y nos entristecemos con cada persona que se acerca a preguntar y con cada vez que escuchamos la frase "no ha habido nacimientos" :'(

Descansamos un rato en la playa, me gusta su actitud de querer ayudar y asesorar al que llega, "not today". Después de un rato, nos movemos al mirador de la tortuga para observar el amanecer. "Qué bonito lugar Jesús, gracias por traerme. A ti por venir." Te comía a cada sonrisa, ternura. El plan para la cena es ir al super para comparar verduras y los ingredientes para cocinarle algún plato español. Tras darle algunas vueltas me decanto por el arroz con papas caldoso de mi padre y tortilla. A pesar de lo pequeña que es la cocina, me organizo super bien en lo que nos duchamos (lo hacemos también) y fumamos algún porrito. Temo que esté escasa de sabor y para mi sorpresa, está buenísimo. Él devora la tortilla (parece que se encuentra mejor) y yo como más arroz. Charlamos mucho de impresiones personales, de Colombia y los niños del desierto, de su necesidad de hacer algo en vida para rescatar a otros. Me apena ser algo dura en algunos argumentos de vuelta, pero necesitamos que alguien nos sostenga la mano desde tiefra mientras levitamos en el aire. Hablamos de proyectos realistas frente a esos sueños. De amores pasados, de amistades que ya no están y de los traumas que dejaron (temas de conversación que fueron saliendo en las típicas charlas de sobre cama)... íbamos a salir y son casi las dos de la mañana. Estamos algo cansados, es la última noche, lo hacemos de nuevo. Dormimos plácidamente. 

Al despertar repetimos algunas conductas que nos saben bien ricas, cada minuto que pasa va siendo el último. Desayunamos algo ligero y vamos a visitar los mercados de la ciudad. Comemos una tlayuda que no había probado antes a medias y vamos a otro mercado a buscar camisas para él. El suelo quema, salvaje, eres único y me encantas. Decidimos ir a una pool party que hay en Punta donde hacen tatuajes, ya que la amiga de Andrés y otros tatuadores que he preguntado no están disponibles o son caros. El hostel al que vamos es precioso, tiene piscina donde nos bañamos antes que nada, una tiendita de ropa, un lugar de intercambio de ropa, y los tatuadores que muestran sus diseños a elegir. Le muestro mi idea a la tatuadora, que comprende y diseña de forma ágil, amo el resultado y no me pienso dos veces empezar con el trabajo. "Sé chingón sin chingar a nadie".

Jesús se anima a hacerse un tatuaje que tiene en mente de una mujer con un pasamontañas, no le toca con mi tatuadora, si no con el compañero de ella, por algunas preguntas intuyo que se precipita sabiendo que lo quiere realista, con la impresión de que no es el tatuador adecuado. Me apena tener razón, está un poco ofuscado. Es transparente y se lo noto. Vamos al depa, intento cambiarle el humor y de alguna forma transmitirle que estoy ahí ahora y en un rato dejo de estar. Preparo la mochila y nos vamos al hostel Huitzlin. Andrés nos dice que la fiesta es en otra Pool Party que al llegar vemos que es super hot. Típico lugar al que vas a buscar desenfreno y que tienes todas las herramientas (como ruletas eróticas) para que ocurra. Me lo paso super bien, conozco a una catalana que maneja el hula-hop de escándalo. Qué envidia sana. Lo intento varias veces por encima de mi verguenza, de la mirada de Jesús y de todo el círculo que me rodea, fallo. Es lo que hay. Jesús quiere explicarme los errores en mi postura y le recrimino que al menos yo me he expuesto, que la teoría me la sé. Los porros me hacen pensar en demasiadas cosas, en si se sentirá ya abrumado por mi presencia, aburrido, saturado. Hasta que me recuerdo que al final no es problema mio y que mi compañía es un regalo para quien quiera percibirla así, y si no, que diriga la experiencia hacia donde quiera llevarla. De todas formas, me gusta ver la relación tan bonita que tiene con Andy. 

Es hora de irme, de que me lleven a la estación, no quiero despedirme. Cuando salimos vemos que la moto de Jesús la han tirado al suelo rompiendo la manilla de los cambios, mierda, que mala suerte. Me monto en la moto de Andy y con mucho cuidado, vamos camino al hostel bien despacio. "Siempre le pasan cosas malas a la gente buena" le digo a Andy, y Jesús se gira con mirada vidriosa. Qué pena que la despedida se lleve este pequeño sabor amargo. En unos días él también se va de Puerto y ahora tiene muchos trámites que resolver. Conseguimos llegar al hostel, recojo mi mochila y me despido de la gente conocida, Andy nos deja su scooter para que me lleve a la estación (no me deja ir en taxi). Me siento mal por él. En la moto me dice "me alegra que hayas venido" "me alegra haber venido" o viceversa, en realidad no lo recuerdo pero el sentimiento es el mismo. Es el primer idilio romántico del viaje y estoy satisfecha de la forma que ha cobrado, espero llevarme un amigo de esto. Llegamos a la estación (no voy a llorar, tengo que sonreír y con lo sucedido todavía más), le beso, le vuelvo a besar, le abrazo, "sigue comiendo coños de esa forma y haz a muchas mujeres feliz." Sonríe. Misión cumplida. Ha pasado muy rápido y no he hecho surf, aunque me han hecho correrme como las olas de Puerto de grandes.

Hasta pronto, Jesús.

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