Roña
Escribir un libro, escribir un libro, escribir un libro... Contar mi historia. Ni que fuese yo Franz Kafka, sin haber leído si quiera su obra; estar a la altura de los pensamientos de Marco Aurelio, que tampoco me ha "dado tiempo" de leer; o de la serenidad de Séneca, que a pesar de haberlo leído dos y tres veces, voy a seguir interpretándolo al momento presente y sus circunstancias y con la poca certeza de haberlo entendido.
Pero tengo tantas metáforas y lecturas, que no puedo callarme.
Aunque el primer látigo venga de mi.
El otro día releí mi obra con Dani, todas las cartas, pensamientos, despedidas y reencuentros que plasmé en palabras. Me fascina la capacidad de escritura que ya poseía entonces, pero sobre todo la parte racional capaz de buscarle el sentido a tanto amor. Es como el último bocado de pan en un naufragio, lo desmigajas, le das valor, lo postergas... También postergamos lo que nos gusta. O a mi entender, deberíamos.
Y hoy todas esas palabras se resumen en diez cuando hago metáforas de las puertas abiertas de la casa entre el Duende y yo. Esta es una historia más larga pero al menos así me recuerdo que algún día puedo contarla.
El problema es no contarlo a tiempo, perder percepción, recuerdos, memoria, objetividad. Mancillar las vivencias, derivarlas al oleaje de emociones temporal.
Ofú, qué tirria doy.
A veces me pregunto si me meto en la cueva por hacerle realmente un favor al mundo.
Al final, incondicionalmente, solo me sigue mi perro y los otros que dependen de mi. Con facilidad.
Es divertido porque la relación que construyo con ellos es como con los humanos solo que sin palabras. Rutinario. Y eso me lleva a verme gruñendo por la calle y hablándole a los tres cuando se aprovechan de mi, pues en efecto, también lo hacen. Quién no burla de vez en cuando, chincha, a los suyos. Se dice que ya no se puede hacer humor de nada y sin embargo siguen apareciendo cómicos en la cresta de la ola.
Bueno, es subjetivo, yo aprendí del humor algo tarde.
Y sigo aprendiendo vaya, que sino, qué muermo.
Despertarme con perros es abrir los ojos con Django y todo su peso muerto sobre alguna parte de mi cuerpo, bien enterrado en la manta porque pasa frío. Es signo de fuego como yo, seguro. Y ahora mismo, con Blue en su gran y peluda camita, clavándome esa carita de alfiler mientras me da los buenos días meneándose de un lado para otro y cogiendo juguetes al aire. Y luego llega Thai, que va dando bandazos con la cola por todo el pasillo y suena como cuando llega el T-Rex. Tengo que comprarle una falda de danza del vientre para que la haga sonar con los meneos que pega con el culete. ¿Te dan todo su amor y qué esperan a cambio? Paseo, comida, cariño y juego, resumiendo. Si entras a la cocina las alarmas son de comida, si te acercas a la puerta y te pones los zapatos, calle. Si das vueltas sobre la casa desanimada, esperan pacientemente a que te recompongas buscando sutilmente encandilarte con sus encantos. Y lo consiguen, te hacen ser mejor y te evitan el encierro definitivo. (02/09) Los abrazas y achuchas, estás triste; y si es de esos días que apetece cantar en la ducha, inventas juegos para ellos. Qué bonitas son las emociones que nos hacen ser tan versátiles. Me hace pensar en cómo los perros viven de forma rutinaria y emocionante a la vez, cuando después de ni saben cuántos días tienen una larga excursión. Y es obvio que no creo que recuerden memorias tan visuales como conseguimos hacer nosotros imaginando, se me antoja más bien un tipo de sensación que ellos puedan sentir al oler un tipo de aroma. Esa sensación hará que recuerden una cosa u otra. Supongo que puede llegar a ser suficiente.
Y me fascina.
Echo de menos tener gato. Django y Goku, o al menos Django, en algún momento lidiará con ello (also me). Creo que también lo necesita para relajarse todavía más en la vida. Ay Django, eres tan increíble, incluso aunque me llores como un condenao a veces, otras te de por pegarle bocaillos a ciclistas y otras tantas a gruñir por llamar la atención.
Malditos ojos de faraón sepultado. Eres la maldita versión perruna del Gato con Botas y me jode tener que admitir que me pondría cachonda que Banderas te doblara la voz.
Es tan increíble la estabilidad que tienes a pesar de todos los vaivenes que te doy, que tu amor incondicional me hace entregarme lo mejor que puedo a construirte pirámides. Soy tu esclava pero yo soy quién lleva la correa, y no querer aprovecharme me hace ser menos humana y más animal, que con los tiempos que corren ya me hace falta.
También sé que debo hacerme al menos un poco más vegetariana por conciencia aunque no por creencia. Ir a más revoluciones y deleitarme menos en la prosa (o releer menos). Hacer búsquedas y no amagos de difamación. Mojarse en lo que realmente importa y no solo en una pequeña parcela, dar ejemplo. Ayudar de verdad a quien lo necesita.
Si quiero cambiar el mundo qué cojones hago aquí tumbada.
2 de septiembre.
Quería escribir como me sentía hoy, y me encontré con la Lorena de ayer. Lo ocurrido con mi hermana en Menorca, hablar de las memorias, de la tirria.
No he terminado de leer para saber si menciono tristeza, impotencia, pesar.
Apatía.
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