La cuestión es cuestionarse
Me pongo a escribir porque no paro de divagar. Nunca será lo mismo escribir desde el PC que a mano, la forma de borrar es distinta. La primera es más impoluta, menos natural.
Así soy.
A veces.
Soy y no soy decía Chojin.
Para escribir pienso en Elena y las cartas.
Hola Elena,
Tengo la sensación de que si no te escribo no conseguiré serte sincera nunca del todo. Y si ya solo ese simple hecho me entristece, cuando pienso en que es probable que con mis seres queridos haga lo mismo, recibo un latigacillo. Me gusta esta costumbre andaluza del illo, lo suaviza todo.
Es como si no me dejara hunidrme en mi propio vaso de agua. Como si me juzgara por ser tan "débil" ante cosas tan llanas en comparación con circunstancias ajenas. Buscar culpa donde no la hay por no tener una vida más miserable y además considerar que me muevo más bien poco por cambiar este mundo de las mayores catástrofes.
Y me limito a ser un ser que quiere retratar a otros en ambientes como un karaoke para que aprecien al menos un poco de la utopía de mis lentes. Un pequeño don que pasa desapercibido.
Hace poco me terminé de leer Siddharta. Me revolvió tantas cosas ese final. Pensé en enviarle el libro a mi hermana con una pequeña dedicación. Decir en una frase lo que se extiende en veinte, me solía decir mi padre.
Esta maldita energía que me da el carisma y las situaciones para mover cuatro hilos a simple vista sencillos pero con un desgaste colosal.
Sí, las veo, veo las señales. Vengo de desconectar porque la música de fondo justo dice: "cuesta vivir sin los abuelos, aceptar la muerte...."
¡Cómo no voy a amar la vida!
Si lo más pequeño, imperceptible y ambiguo, es con frecuencia lo que más me llena. De esperanza.
Estamos retrocediendo y no solo en la moda, lo vintage. Regresan poco a poco y tras la pandemia, la necesidad del individuo en los pequeños objetivos: estar sano, estable y acompañado. Solo que entendiendo que la fuerza de una madre va más allá de solamente parir.
Sigo el mismo patrón sobre mi misma.
Tengo un compañero de piso distinto a mi para que, si hay circunstancias que me desagradan, no irritarme con el entorno si no, más bien, readaptar el mío para llegar a una sintonía. Y es lógico que hay códigos que mi compañero es capaz de seguir, si no, de qué esta serenidad, este relajo.
Otra vez la habitación de adolescente.
La que si necesita llorar diez veces por las palabras que se comió, lo hará.
Equilibrar todos los objetivos... Sí, sigo siendo exigente.
Quiero despertarme con el objetivo matinal de Ángel Martín, leer 10 páginas en la cama todavía tumbada e ir hacerme el café. Bueno, una super mejor versión, se haría té o smoothies, pa que nos vamos a engañar.
Depende del día, música o podcast. Pero no rebasar uno demasiado por encima del otro. Esforzarse porque lo que guste un poco menos mantenga su justa frecuencia, intermitencia. Paseo con perretes, largo, medio más corto. 3 al día. Hacer esa lista como de radio con un programa, música entre medias, otro programa. Y el Lorenzo dándome en la cara.
Tengo que echarme crema de sol, por cierto. Podría empezar por ponerla a la vista, señorita.
Gracias.
Ir a boxeo. Hacer algo en la escuela de artistas que está surgiendo con Joshué, el profe que un día tuve en un curso de Casa de Porras. Con Clara, la hermana de Emilio. Hace tiempo que no veo a Maya y a Esther.
Sí, e ir a La Tertulia, que me encantó la experiencia, aunque no venga Germán.
El Groucho y sus días mejores y peores.
Hay días que no es mi sitio preferido, y eso es algo que a Dativo y a Ana les costaría entender. Sin que ello perturbara si quiera un poco la imagen que tengo del Groucho. La intención es que sean las acciones las que hablen.
Ahora es mi vía de comunicación.
Y los perros. Me cuesta irme de casa y dejarlos, y eso que estando aquí estamos cada uno por su lado. Es mi compañía, es el silencio que tanto aprecio. Aunque como bien dijo Alicia en Los Renglones Torcidos de Dios, el silencio no existe. Te paras a escuchar otros sonidos, a sentir otras corrientes.
Me encantaba Alicia. Creo que me decepcionó saber que sufría de paranoia porque aún sabiéndolo me sigo sintiendo identificada.
Ah bueno, y hacer ejercicio, y el amor.
Pero por hoy ya es suficiente.
A lo mejor en vez de psicóloga debería tener un diario. ¿A caso un libro no es un examen que pasa por una audiencia?
Una semana después leo esto y me siento genia y me siento loca.
Y además lo publico.
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