Más desesperada que Marta Sánchez

 Estoy desesperada. No me extraña que cada vez más gente se suicide, y sin embargo, me resulta tan incomprensible el hecho de que el suicidio siga siendo un tema tabú. Ya no solo socialmente, de cara al gran público, también íntimamente. Normalmente, uno no coge, llega y le dice a un amigo/novio/familiar: "He pensado en suicidarme" porque la muerte es el fin del todo. Pues coño, por eso mismo se piensa en morir, joder. Yo no quiero renunciar a mi familia, ni a mis amigos, ni a mi amor, ni a mi perro. Uno, se agota de la vida cuando descubre el mundo en el que vive. Y dependiendo de las circunstancias y de los recursos, la situación se agrava, porque el planeta ya funciona de manera que predominan el interés, el dinero y el consecuente capitalismo; pero si encima eres un pobre de mierda, te espera una retaíla de falsas ilusiones y sacrificios en vano hasta que consigas la anhelada estabilidad de por vida o bien, el bombazo que te libere de tener que seguir trabajando.

El caso es que ni nací en el seno de una familia millonaria, ni soy una niña prodigio a la que le vaya a cambiar la vida. Tampoco me quejo. Con 25 años tengo un currículum envidiable. No estudié carrera por estudiar azafata de vuelo, que retrasé ejercer por amor, y que, cuando retomé, se cruzó con el trabajo de guía acompañante. Preferí el trabajo de guía por el trato con el cliente y más tarde me formaría con un grado superior. El año de graduarme ¡pum! pandemia. Mi mayor pilar a tomar por culo. Hoy día comprendo que no era nada estable más que en lo económico. Todo lo demás fue sudor, sacrificio y presión. Pero mal hecho. Soy muy dura conmigo, pero no puedo considerarme "guía" pues es un término que engloba demasiados aspectos tanto sociales como culturales. Los sociales son lo mío. En la cultura hice lo que pude. 

Y la puta crisis existencial de las narices.
Ojo, me ha venido de lujo. He pegado un cambio en varios aspectos personales tanto de mi entorno como de mi misma (los hábitos se me resisten, vivo al día). Pero los errores tienen que ocurrir y yo peco de equivocarme, como humana que soy. E inocente, al fin y al cabo, muy inocente. 

Hoy mi enfado es con la decisión de mierda que tomé al apuntarme a un curso de doblaje por el que pagué 3000 euros a toca teja, que sino serían 3.600€. Y por desistir, o descuidar, la opción de al menos cambiarlo a Edición y Post Producción, que sin duda es un ámbito que me gusta infinitamente más. Pero tengo un coño enorme y un optimismo de mierda vestido de angelillo hippie en el hombro izquierdo, que me impulsa audazmente a creerme capaz de superar barreras, como amar mi voz, creyendome que 'el saber no ocupa lugar'. No, claro, lugar no. TIEMPO, ocupa TIEMPO. Que no soy yo la mejor para hablar de la organización del tiempo. Siempre al último momento, aunque perfeccionista en mi mayor medida, pero divagativa como la que más. 

Volviendo al tema principal, que me pierdo. 

Me creí la idea de que podía reunir la motivación para sacarlo a delante sin pensar en que me habían estafado. Me pillaron con la guardia baja y mi labia estúpida hizo el resto y lo dejó en bandeja (eso es más de mi madre, la parte napolitana es la que susurra por lo bajini pero es tan saboría que deja que me equivoque). 

Hoy lo he recordado de nuevo. Y en Forocoches (quién me mandará.... ¡a estas alturas!) mejor no os explico lo que he encontrado. Lo peor es que mi padre me comentó que lo del doblaje estaba complicado, una frase que ha repetido en alguna ocasión, lo que me da a pensar que él llegó a ese foro antes que yo... ¡inocente!

Es una jodienda, y muy cansado, reunir fuerzas para: 

- Luchar conmigo misma y los pecados capitales: ganando, contra la soberbia ante la contrariedad; en consonancia con la lujuria, premeditada y no descontrolada; la ira como enfado y no como energúmena;  la gula, pero gula gula, de la que te da con un porro y mezclas dulce y salado; y la maldita pereza, la causante de que, más que una montaña rusa que sube y que baja, mi vida se base en el impulso de salida de la atracción. Esos 10 segundos que te dejan sin aire al salir disparado.

Pensándolo bien, es en los estándares católicos donde esto es considerado lo incorrecto. La parte ímplicita que causa el detonante de la culpa. Una culpa, que al igual que Dios, no creo que exista como tal. ¿Por qué me empeño en cambiarlo entonces? Ajá. Si es que siempre me va a gustar más la vida que llevaba aquel mono antes de que aprendiese a andar.

Sigamos.


- Apoyar la lucha de las personas que quiero. Estos impulsitos de salida de la montaña rusa, se aplican a todo. Es mi naturaleza. Eso hace que sea un poco (bastante) metomentodo en sus vidas. También por el hecho de que todos queremos que escuchen nuestra historia. Y además de escuchar, se me da muy bien relacionar los datos que se me aportan. No es algo que haga voluntariamente. Está ahí. Dando respuesta a las cabilaciones que ellos plantean conmigo como si quisieran que yo, YO, les diera la respuesta definitiva. Desde luego, es una proyección totalmente mía. A veces me replico lo fácil que me supone montar en la burra de mi teoría (que me funciona tan bien), pero que resulta abstracta y difícil en su  materialización en palabras y en experiencias pasadas, pues es un compedio de un Todo que tiene relación entre sí. No obstante, ese no llega a ser el problema. Radica principalmente en el cargo de conciencia cuando la vida misma es avariciosa y distante, aunque inmediata gracias a las tecnologías, y lo que es preocupación se torna apología al compromiso.


- Sobrellevar la sociedad de mierda en la que vivimos, los sistemas capitalistas que nos desfasan y las guerras que se desatan tanto en el campo como en los despachos más sofisticados de grandes rascacielos. 

        · La sociedad, tan "no hay nadie como tú" pero tan "no eres imprescindible". Cree en ti y ve a por ello, eso sí, cuando te lo hayas creído, tendrás que empezar a pasar por el aro. A tragar. A dejar de ser "tan tú" para acabar siendo "tan como otros". Sin olvidar que te debes, desde el principio, a un gran público. 

        · Del puto dinero es que no quiero ni hablar. Solo diré que no me he visto en la ruina nunca, pero a expensas de que he sido activa desde que aprendí a vender con 5 años en la primera tienda de mis padres. Sin embargo, no comparto la idea de que haya personas muriendo de hambre, sin techo, robando por necesidad, o drogándose como única salida. El yugo capitalista será muchas cosas, pero no clemente.

          · Y con las guerras pues lo de siempre. La suerte de vivir en el primer mundo y que el mayor cargo de conciencia diario sea reciclar, no gastar agua, y no tirar comida. Bueno, y el humor negro.


- El mundo apesta tal y como es. Y cuando a mi mente merodeadora le da por conspirar, acaba resultando desde extraordinario hasta indomable y perdido por completo. La solución está hecha, lo complicado es aplicarla. Entonces conspiro sobre la conspiración, y es un bucle que me encanta. Es mi propio mundo de Marvel. 


Conclusión. 

Hay que tener ilusión por algo en la vida.
Tal vez la haya perdido,
o quizás no.
Quizás,
son todas las ilusiones las que hablan
gritan,
rabian
y a veces, desisten.

Pero tranquis, que yo no soy de las que piensa en el suicidio.


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